El miedo es aquella sensación de incertidumbre de algo que desconoces y por ende no te atreves a hacer porque no sabes lo que pueda pasar.
Se puede sentir miedo a muchas cosas tangibles e intangibles, miedo a animales, a la oscuridad, a fantasmas, al fracaso, a los retos, a las alturas, al futuro, a la velocidad, a mostrar emociones, a la muerte, entre muchos otros.
Sentir miedo de por sí no es malo, porque es una sensación humana y te hace sentir frágil y que estás vivo, lo malo es no enfrentarlo y permitirle que tome decisiones por ti. Las cosas que te puedes perder por sentir o tener miedo pueden ser inigualables y a lo mejor no vuelvan a suceder en otro momento. Cuando decides enfrentar el miedo estás determinado a romper barreras y obstáculos que por mucho tiempo le has dado el permiso de controlar tu vida, depende de ti si quieres seguir en tu zona de confort y escudarte con estigmas de "no puedo", "no soy capaz", "pero es que ya no tengo 20 años", "yo que me voy a poner en esas", etc.
Aunque suene curioso y contradictorio, en realidad "el miedo es el medio" que te posibilita a trascender, superar y/o sobrepasar cualquier contratiempo, cualquier duda, te llena de seguridad y de confianza en ti mismo para seguir avanzando y sentirte pleno con lo que haces y con lo que piensas hacer, ser asertivo con tus actos y con lo que estás comprometido contigo mismo y con tu vida.
El miedo es una limitación constante que hace que surja lo mejor de ti, tu creatividad, tu valentía, tu recursividad, tu verdadero poder, tu verdadero ser.
El miedo por lo general es solo una consecuencia de una costumbre, de una creencia, de una carencia de riesgos, de una posición conformista. ¿Hasta cuándo lo vas a seguir sintiendo? ¿Hasta cuándo lo vas a permitir?
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